Hoy recordamos el 11 de abril de 1941, cuando en un multitudinario Congreso realizado en Buenos Aires, se creó el Idisher Cultur Farband-ICUF (o Yiddisher Kultur Farband-YKUF) en Argentina. La Federación de Entidades Culturales Judías era una iniciativa que articulaba entidades existentes y a la vez apoyaba un notable despliegue institucional de escuelas, teatros, centros sociales y deportivos, periódicos, editoriales y colonias infantiles en el país y en la región. Una pujante colectividad judía laica, portadora de valores e ideales socialistas, sostenía con convicción y un denodado esfuerzo humano, la red de actividades “icufistas”. Un 11 de abril de 1941, con la participación de 57 entidades representando a 8900 asociados de Argentina, Uruguay, Brasil y Chile, se establecieron los principios antifascistas e igualitarios que guiarían el devenir de este movimiento. Aquel congreso porteño tenía su precedente en el Congreso de la Cultura Judía realizado en París entre el 17 y 21 de Septiembre de 1937 con la presencia de 23 países. Bajo el manto sombrió de un contexto europeo marcado por la Guerra Civil Española y el ascenso del nazismo, tanto en Europa como en América, los intelectuales laicos de habla ídish se organizaban para luchar contra el fascismo, el racismo y el antisemitismo. Durante el siglo XIX y principios del XX, la difusión literaria y la enseñanza del ídish había constituido la clave para sacar a las masas del analfabetismo e involucrarlas con causas socialistas y emancipatorias. En el contexto de entreguerras, con las masivas migraciones a América, y la amenza nazi-fascista, la defensa del ídish constituía el resguardo de la propia historia, de un patrimonio cultural rico en producciones literarias y teatrales, y de una cosmovisión laica y progresista del pueblo judío. Se trataba de una colectividad que pretendía encontrar el justo equilibrio entre “lo particular y lo universal”; tal como lo había expresado el poeta Herman Leivik en aquel Congreso de Intelectuales de 1937 en París, “…deseamos intensamente existir, pero al mismo tiempo queremos también dejar de ser”. “Existir” como colectividad, con nuestras tradiciones y valores, “dejar de ser” los otros, los perseguidos, los discriminados. Y para esto había que luchar junto a todos los pueblos del mundo, junto a otra minorías perseguidas, por las causas humanistas, por la emancipación de las clases trabajadoras y por un mundo de paz, justicia e igualdad. En definitiva, en París 1937 y el 11 de Abril de 1941 en Buenos Aires, el surgimiento del ICUF encontraba sus raíces en una convergencia de ideas y luchas tan étnicas como políticas.
A 79 años de estos acontecimientos, que parecen tan lejanos y tan vigentes al mismo tiempo, no nos rendimos, la lucha por la vida continúa, hoy más que nunca. Tal como nuestros antepasados lo sostuvieron: el individualismo capitalista nos conduce al abismo, porque la humanidad y los pueblos no tienen fronteras. “Todos los hombres son hermanos”, decía nuestro amado I.L.Peretz. Sólo colectivamente podremos encontrar las soluciones para vivir In a velt fun sholem un guerejtikait (un mundo de paz y justicia), y hoy más que nunca, salud. Desde el ICUF y el CeDoB Pinie Katz expresamos nuestro mayor deseo para los tiempos que corren: Lomir nor zain guezunt! (Que tengamos salud!)
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