Para brindar un brevísimo contexto, destacamos que en Argentina, durante las tres primeras décadas del siglo XX, di linke (“las izquierdas”, en ídish) compartían las reivindicaciones de la clase obrera local. En paralelo a las jornadas de trabajo, hombres y mujeres socialistas, anarquistas, sionistas y comunistas dedicaban su tiempo libre a crear instituciones para “esclarecer a las masas judías y elevarlas culturalmente”. En Argentina, desde 1932 y por largas décadas, el Partido Comunista fue censurado, reprimido y proscripto por diversos gobiernos, tanto democráticos como de facto (Visacovsky, 2019).
Para dar cabal cuenta del movimiento que llamamos judeo-progresismo argentino, es necesario establecer la convergencia coyuntural entre el Partido Comunista y el judaísmo de izquierda. En referencia a esto, en un artículo de 2017, Visacovsky afirmó:
Varios de los judíos fueron inducidos por el PC a militar en ámbitos de la colectividad israelita y, por eso, fue entre fines de los años 40 y principios de los 50 cuando aparecieron nuevas figuras en el entorno ideológico del ICUF, que a su vez conformaron y dieron nuevo impulso a la Comisión Israelita del PC (antes, Idsektzie). Los miembros y allegados a esa comisión participaban en la prensa idishista, en cargos directivos del ICUF, y varios se destacaron como militantes y activistas paralelamente. Ese fue el caso de Gregorio Lerner, Iankl Guilemberg, José Freidkes, Ioel Linkovsky, Benito Sak, Sansón Drucaroff, Tzalel Blitz, Ángel Grushka, Mauricio Rascovan, León Kolbovsky, Julio Schverdfinger, Luis Goldman y Meyer Kot, entre otros.
Asimismo, la relación con el Comunismo Internacional queda demostrada por la gran cantidad de materiales hallados que la vinculación.
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